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lunes, 26 de septiembre de 2011

Capítulo 3.1. La Dualidad Espiritual.


Capítulo 3.1. La Dualidad Espiritual.

Hace algunos años, una revista norteamericana recogía, en un artículo, la experiencia de una mujer de esa nacionalidad que, en un viaje por la campiña inglesa, se sintió inexplicablemente atraída por un pequeño camino que la apartó del destino al que quería ir. Siguiéndolo, se topó con una vieja mansión desierta. El cuidador de la misma le contó que la mansión se encontraba hechizada por un fantasma que se parecía mucho a ella. Paseando por sus alrededores sintió una escalofriante conexión con algo. Personalmente pienso que esa mujer estaba allí para ayudarse a liberarse. Dos porciones de su alma podrían haberse atraído mutuamente, de la misma forma misteriosa en que dos personas viven vidas paralelas perteneciendo a un solo alma, si ese fue el propósito que se impuso.
        En el capítulo 1 toqué la dualidad de las almas y cómo son capaces de dividir su energía para vivir más de una vida al mismo tiempo. Una porción de la energía de las almas nunca abandona el mundo espiritual durante sus encarnaciones. Trataré esta división del alma más adelante pero debo decir que el desdoblamiento de la energía es particularmente decisivo en el estudio de los fantasmas. En el caso de Elísabez, aunque estuvo en el limbo como fantasma durante un tiempo, otra parte de su energía, no implicada en la reencarnación, permaneció en el mundo del espíritu trabajando en lecciones e interactuando con otras almas. Esa otra porción de energía podría también reencarnarse y vivir otra vida física lo cual, creo, le sucedió a la mujer que vimos al principio, ante la mansión hechizada.

Estoy en desacuerdo con algunos expertos en fantasmas que establecen que, las formas fantasmales, solo representan una concha terrenal vacía, sin el núcleo de consciencia del alma.

Existen ciclos vitales en los que las almas escogen tomar menos energía, de la que deberían, al encarnar en un cuerpo humano. Sin embargo, aún en el caso de llegar a convertirse en fantasma, estas almas están lejos de poder considerarse como una concha vacía de energía.

Se podría pensar que, para el equilibrio del alma, la porción de energía de un fantasma, en concreto, aquella que todavía permanece en el mundo espiritual, debería ser de más ayuda para su turbado alter ego terrenal, es decir, aquella porción de energía que todavía continuase enganchada a la Tierra. Por lo que he oído, las almas más inmaduras que he encontrado son incapaces, por sí mismas, de realizar esta transferencia e integración de energía. El siguiente extracto es el informe que recibí de un alma compañera de un fantasma. Se trataba del fantasma de un alma joven de nivel 1, que fue el primer marido de mi cliente.

Caso 15.

Doctor Niúton. Me ha dicho usted, que su primer marido, Bob, fue un fantasma tras su última vida. Explíqueme esa circunstancia.
Sujeto. Bob llegó a convertirse en fantasma porque murió tempranamente en nuestro matrimonio de esa vida. Quedó tan anonadado, por la desesperación y su preocupación por mí, que no pudo partir.
Niúton. Ya veo. ¿Podría decirme cuánta de su energía total se llevó con él a esa vida?
Sujeto. (asiente con la cabeza). Bob tenía solo, aproximadamente, la cuarta parte del total de su energía, y eso no era suficiente para aquel estado de crisis mental. Juzgó mal. (El cliente se calla).
Niúton. ¿Piensa que, si Bob hubiera traído más de su energía, para lidiar con esa contingencia, no hubiera llegado a convertirse en fantasma?
Sujeto. No puedo responder a eso, pero pienso que, de haberlo hecho, podría haber sido más fuerte, más resistente a la aflicción.
Niúton. Entonces, ¿por qué trajo tan poca energía a la Tierra?
Sujeto. Bien. Porque quería implicarse más con su trabajo en el mundo del espíritu.
Niúton. Estoy confuso sobre el porqué de que su guía no le hubiera obligado a tomar más energía, para venir a la Tierra.
Sujeto. (mueve su cabeza desaprobando). ¡No, no.! No se nos empuja de ese modo. Somos libres para tomar nuestras propias decisiones. Y Bob no tenía porqué llegar a convertirse en fantasma. Fue advertido de que llevara más energía, pero es terco, y también estuvo considerando, (vivir) otra vida al mismo tiempo, (una vida paralela).
Niúton. Permitame que me asegure de que lo he entendido bien. ¿Quiere decir que Bob infravaloró su capacidad para funcionar, normalmente, en una crisis con un cuerpo que tenía, tan solo, el 25 por ciento de su capacidad energética?
Sujeto. Me temo que sí.
Niúton. ¿Incluso pensando que, a su muerte, ese cuerpo ya habría sido abandonado?
Sujeto. Eso no importa. Los efectos estaban aún con él y no tenía fuerzas suficientes para combatir las circunstancias.
Niúton. ¿Durante cuánto tiempo permaneció Bob como fantasma antes de que el resto de su energía le fuera restaurada en el mundo del espíritu?
Sujeto. No mucho, aproximadamente tres años. Él no podía verse para ayudarse. Falta de experiencia. Parte de la lección. Entonces, nuestro maestro fue llamado por, ya sabe, esos seres que patrullan la Tierra vigilando a las almas turbadas, seres que se encargan de traer, el resto de ellas, de regreso a casa.
Niúton. Me han dicho algunos que se llaman, Redentores de Almas Perdidas.
Sujeto. Es un buen nombre para referirse a ellos, pero Bob no estaba, exactamente, perdido. Solo, atormentado.

Almas en Reclusión.

Mi próximo caso se refiere a un sujeto más avanzado, que me proporciona más detalles sobre entidades que no son fantasmas, pero que no desean regresar a casa tras su muerte. Según se desarrolla el caso, veremos que existen dos motivos que llevan a este tipo de almas al aislamiento.

Caso 16.

Niúton. ¿Hay gente que muere y que no está lista para retornar al mundo del espíritu?
Sujeto. Sí. Algunas almas, que se liberan de su cuerpo físico, no desean dejar la Tierra.
Niúton. ¿Puedo suponer que todas ellas serán fantasmas?
Sujeto. No, aunque lo podrían ser si ese fuera su deseo. La mayoría no lo son. Simplemente, no quieren estar en contacto con alguien.
Niúton. ¿Y su energía espiritual no regresa a casa, tras la muerte?
Sujeto. Cierto, salvo que hay una parte de esa energía que nunca deja el mundo del espíritu.
Niúton. Eso he oído. Pero, dígame ¿usted considera que esas almas, recluidas, permanecen en tal estado durante un corto espacio de tiempo, o van al limbo durante muchos años terrestres?
Sujeto. La cosa varía. Algunas, quieren retornar, tan rápido como sea posible, a un nuevo cuerpo. Son almas que no quieren abandonar su forma física durante un lapso de tiempo. Son distintas a aquellos de nosotros que preferimos descansar en casa, para estudiar. Muchas almas, de ese tipo, han sido auténticos guerreros de primera línea en la Tierra. Quieren mantener una continuidad con sus vidas físicas.
Niúton. Bien, pero tengo entendido que nuestros guías no nos permiten caer en un patrón adictivo, respecto de la Tierra, que nos empuje a volver enseguida a una nueva vida. ¿Acaso esas almas no saben que deben pasar, primero, por el proceso normal de retornar a su grupo, recibir consejo, estudiar sus lecciones y tomar parte en la selección de un nuevo cuerpo?
Sujeto. (risas). Está en lo cierto, pero los guías no fuerzan eso de retornar a casa con extrema urgencia hasta que ven que, el hacerlo, beneficia al alma.
Niúton. Sí, pero ellos no querrían darles un nuevo cuerpo al instante, sino después de algún tipo de período de reajuste.
Sujeto. Sí, eso es verdad.
Niúton. ¿Es también verdad que hay otras almas turbadas que, ni quieren regresar a la Tierra, ni al lugar al que pertenecen en el mundo del espíritu?
Sujeto. Cierto. Son otro tipo.
Niúton. Si ambos tipos de almas, de los que me habla, no merodean alrededor de la Tierra, como desencarnados, fastidiando a la gente como fantasmas, ¿podría realmente llamarlas turbadas por el solo hecho de querer estar a solas?
Sujeto. Son (almas) divergentes, (almas cismáticas o heterodoxas). Sus acciones son el resultado de algo inacabado, traumático, agobiante. Son renuentes a partir de la Tierra y su conducta es anormal. No quieren hablar con sus maestros a causa de la intensidad de su desdicha.
Niúton. ¿Por qué, simplemente, sus guías no se responsabilizan de ellas y las introducen, plenamente, en el mundo del espíritu, a pesar de su resistencia?
Sujeto. Si las almas fueran forzadas a hacer aquello que se considera correcto para ellas, no aprenderían cosa alguna de las experiencia de la equivocación, o la mala elección.
Niúton. Bien, pero todavía me pregunto porqué las almas que quieren regresar inmediatamente a la Tierra, sin una parada temporal en el mundo del espíritu, no se les da, inmediatamente, un nuevo cuerpo.
Sujeto. ¿No es capaz de apreciar que, colocar un alma turbada en un nuevo cuerpo, sería injusto para un recién nacido? Esas almas tienen derecho a recluirse, a aislarse pero, andando el tiempo, tomarán la decisión de pedir asistencia. Ellas deben llegar a la conclusión de que no pueden progresar solas. El darles un nuevo cuerpo no les ayudaría.
Niúton. ¿A dónde van las almas cuando, ni vagan por la Tierra como fantasmas, ni regresan a su hogar?
Sujeto. (entristecido). Se trata de un espacio que crean para sí mismas. Diseñan su propia realidad con recuerdos de su vida física. Algunas, viven en hermosos lugares como jardines. Otras, aquéllas que han dañado a gente, por ejemplo, idean para sí mismas lugares terribles, como una cárcel, una habitación sin ventanas. En esos espacios se confinan, por lo que no pueden percibir mucha luz, o hacer contacto con alguien. Se trata de un castigo autoimpuesto.
Niúton. He oído que las almas turbadas, especialmente aquéllas relacionadas con actos dañinos, son recluidas en el mundo espiritual.
Sujeto. Es correcto pero, al fin, estarán listas para encarar la música, es decir, volver al buen camino, y tendrán su energía apropiadamente sanada, con amor y cariño.
Niúton. ¿Podría darme alguna pista de cómo nuestros guías tratan con este tipo de almas en exilio autoimpuesto?
Sujeto. Les dan tiempo para que se cansen de esa situación. Es un reto para los maestros. Saben que esas almas están preocupadas por su evolución y las reacciones de sus grupos de almas. Están llenas de energía negativa y no piensan con claridad. Aquéllos que quieren ayudarlas deben tener mucha certeza de que esas almas están de acuerdo con salir de su deliberado confinamiento.
Niúton. Asumo que hay tantas técnicas de persuasión como guías.
Sujeto. Seguro. Sobre todo, depende de la gama de habilidades. Algunos maestros no se acercarán al estudiante turbado hasta que el alma esté tan enferma, por la reclusión, que, voluntariamente, pida ayuda. Eso puede tardar bastante. Otros profesores se acercan, como de paso, para charlar.
Niúton. Con el tiempo, ¿todas esas almas se liberan?
Sujeto. Ese es el camino. A la larga, todas serán liberadas, de una u otra forma, a través de diferentes variedades de estimulo, o persuasión.

Aquellos que estén familiarizados con mi trabajo saben que estoy fuertemente convencido de la influencia que los recuerdos del alma tienen sobre los pensamientos humanos. El aislamiento y la soledad del alma del caso anterior podría muy bien expresar el concepto cristiano de purgatorio, como lugar de tormento. ¿Este concepto religioso podría brotar de los recuerdos de almas en reclusión en el mundo del espíritu? Existen grandes similitudes, y diferencias, entre mis hallazgos sobre la reclusión del alma y el purgatorio definido por las iglesias.
        La doctrina cristiana del purgatorio establece este lugar como sitio de autopurificación para aquellas almas que deben eliminar trazas de pecado, antes de continuar el camino hacia el cielo. He oído de algunas almas en reclusión, padecer autolimpieza mientras que otras requirieron restauración energética. Sin embargo, no se sale del estado de reclusión totalmente purificado porque, si no, no tendría objeto el volver a reencarnar de nuevo. Así mismo, el confinamiento del alma no es un destierro. Actualmente, los elementos menos conservadores de las iglesias cristianas no recalcan tanto el infierno como se hacía en el pasado. No obstante, la Iglesia todavía repudia, universalmente, el que todos vayan al cielo. Para ellas, las almas que mueren sin arrepentirse de sus pecados mortales no pasarán el purgatorio, descendiendo directamente al infierno, donde sufrirán el castigo del "fuego eterno". Según la Iglesia, la condena eterna es estar separado de Dios, en oposición a aquellos que son santos y benditos. Las iglesias cristianas no aceptan el concepto de que, "todo", es perdonable tras la muerte. Según mi experiencia, todas las almas se arrepienten porque se encuentran, a ellas mismas, como responsables de sus elecciones.
        Por todo lo que he aprendido puedo decir que la energía del alma no puede ser destruida o desactivada, aunque puede ser reformada y purificada de la contaminación terrenal. Las almas que quieren partir en soledad, después de su muerte en la Tierra, no son autodestructivas sino, mas bien, almas que sienten la necesaria de la soledad al preocuparse por poder contaminar a otras con su propia energía negativa. También las hay que no se sienten contaminadas sino, no preparadas, para ser consoladas por alguien.
        Sartre dijo, "tenemos un yo, imaginario mundano, con deseos y tendencias, y un yo real". A esto añado el comentario de Guillermo Bleik, "la percepción de nuestro verdadero yo, puede amenazar con fusionarse con ese yo". En su espacio, las almas solitarias se han rendido a su Yo, imaginario a causa de una gran dosis de autoflagelación. La soledad, y el tranquilo autoanálisis, son importantes, y aspectos normales de la vida del alma dentro del mundo del espíritu. La diferencia en este punto es que, aquellas almas turbadas, no están listas para buscar la liberación de su tormento pidiendo ayuda, avanzando y realizando cambios, y es bueno saber que, este tipo de almas, son solo una pequeña fracción de la población total de las almas que nos encontramos cada día.

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